LA ULTIMA CENA Y LEONARDO DA VINCI
por Concha Mayordomo (Artista plástico)
Bosque. Colección particular
Por la solemne grandiosidad de la composición, por el directo plasmar de los sentimientos, definidos figurativamente con evidencia absoluta, mientras que la luz que circunda a Jesús, lo abstrae de las pasiones terrenales y lo coloca en la paz del empíreo.
A la Cena debe Leonardo su fama internacional.
La pintura resultó ser una de las obras básicas del Renacimiento. [1]
La Última Cena, narrada en el evangelio de San Juan, tiene una importancia capital en la tradición católica e instituye el rito de la Eucaristía; a veces llamada “Última Cena”, otras “Sagrada Cena”, e incluso “Santa Cena”, durante siglos, fue frecuente fuente de inspiración de la pintura religiosa que recoge cargada de simbología. Jesús de Nazaret con sus discípulos alrededor de una mesa.
Son, generalmente, escenas de interior con un predominio arquitectónico, y con un interés latente por la perspectiva. Numerosos artistas de todas las épocas han recogido ese momento, siendo la más carismática la de Leonardo da Vinci, pero también merecen especial atención las de Zurbarán, El Greco, Tiziano, Luis de Morales, Pedro Orrente, Juan de Juanes, etc. Cada uno hizo sus aportaciones y su visión personal de un tema que conlleva dificultades de composición, doce figuras identificables respecto a una figura central.
Salvador Dalí El Sacramento de la Última Cena, 1955
National Gallery of Art. Washington
De la ciencia nace la acción creativa,
que es mucho más valiosa
Leonardo da Vinci
LEONARDO DA VINCI (1452 - 1519)
Curiosamente el autor más apreciado por su genialidad y su rigor científico careció de formación académica; criado en estrecho contacto con la naturaleza, destacó desde muy joven por su inquietud, su capacidad observadora, su profundo análisis, su continua experimentación, su perfeccionismo... Pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, físico, geómetra, biólogo, geólogo, astrónomo, botánico, anatomista, músico, escritor, lingüista, filósofo...
Sus estudios sobre la perspectiva fueron escasamente conocidos hasta 1651, momento en que se publica su “Trattato della pintura”. En esta obra quedan reflejadas sus teorías científicas, no sólo sobre perspectiva (lineal y aérea), sino también sobre anatomía, color y sombras. Leonardo divide la geometría en tres partes:
De la visión: Explica geométricamente los fenómenos ópticos, utilizando para ello fundamentalmente los cuerpos piramidales y la perspectiva, de la que, como todos sabemos, era un gran investigador y conocedor.
De la naturaleza: Construye los modelos que le permiten explicar las situaciones que observa en física, mecánica, aerostática, astronomía, etc., ya que considera que los fenómenos naturales se mueven impulsados por relaciones matemáticas sujetas a modelos geométricos.
De la geometría pura: Aborda algunos de los problemas geométricos que preocupaban en aquel momento; en particular, el de la cuadratura del círculo. [2]
A través de sus continuos estudios, Leonardo fue madurando una concepción propia y unívoca de un problema que consideraba básico; la penetración cognoscitiva de la realidad, donde, arte y ciencia eran tratados como un doble aspecto de dicho problema. He aquí por qué su arte es una expresión inmediata de la investigación científica, en tanto que la ciencia se hace poesía al manifestar, en la figuración pictórica, el sentimiento de la naturaleza.
Entre 1495 y 1496 le llegó a Leonardo la gran ocasión materializada en el encargo de Ludovico el Moro: La Última Cena. Se trata de la pintura mural que realizó para el refectorio del monasterio de Santa Maria delle Grazie en Milán. Desgraciadamente, su empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro hacia el año 1500.
Esta obra es un claro exponente de sus estudios sobre perspectiva lineal, de la atmosférica (mediante la creación de efectos de lejanía aplicando el esfumato y otros recursos ambientales) y de la cromática; también los realizados sobre la luz y la sombra, y finalmente, sobre las proporciones y los movimientos del cuerpo humano.
Todas las direcciones de la obra confluyen en un único punto: La boca de Jesús, formando triángulo equilátero perfecto.
Linealmente: El artesonado del techo, los límites de la mesa, los puntos de fuga de las ventanas.
Espacialmente: La luz se centra en la figura central, y el punto más lumínico aparece justamente detrás de la cabeza de Jesucristo; se trata de una ventana que cubre la función de encuadre de la cabeza.
Cromáticamente: Mediante un juego de colores entre los que destaca como punto de máxima tensión cromática la túnica de Jesús. Existen estudios sobre la posibilidad de que, en este apartado, las restauraciones realizadas no hayan sido todo lo fieles que debería respecto al original.
Una de las características que más impactó a los contemporáneos de Leonardo, que vieron el fresco recién terminado, fue la galería de personalidades, de retratos psicológicos, que el artista había plasmado en él. En lugar de concebir la Cena como sus predecesores, yuxtaponiendo figuras separadas. Se plantea el problema de expresiones de emoción diversas, en una única acción. El grupo está imaginado como la ondulación de una piedra en el agua; la emoción fluye y refluye por los doce cuerpos al caer sobre ellos las palabras de Jesús, en el centro inmóvil, entre un torbellino de movimientos: “Uno de vosotros me traicionará”.
El deterioro rápido y brutal del fresco nos impide hoy día apreciar el efecto de contraste en el que rostros ancianos estaban junto al de los jóvenes, bellos junto a feos, sorprendidos frente a serenos... en ello se basa la riqueza de esta obra.
El único modo que se ha tenido de reconstruir idealmente la fuerza original del conjunto ha sido con el dibujo preparatorio, en el que de puño y letra de Leonardo aparecen individualizados cada uno de los discípulos, con valiosas anotaciones que indican sus nombres, actitudes, ubicación, etc[1][3].
Desde 1726 se llevaron a cabo intentos fallidos de restauración y conservación y en 1977 se inició un programa haciendo uso de las más modernas tecnologías, como consecuencia del cual se han experimentado algunas mejoras. Aunque la mayor parte de la superficie original se ha perdido, la grandiosidad de la composición y la penetración fisonómica y psicológica de los personajes dan una vaga visión de su pasado esplendor.
En conclusión, Leonardo con su Última Cena, nos demuestra su naturaleza de artista moderno, en el estricto sentido de la palabra; en su temperamento coexisten todas las sensibilidades. Por este motivo pinta en todos los estilos[2][4]:
Su amor por la curva…………………………. Modernista
La cadencia de su movimiento……………. Romántico
La grandeza de su composición…………. Clásico
La contraposición de las figuras…………. Barroco
El esfumato de la atmósfera………………. Impresionista
El fondo de su paisaje……………………….. Taoísta
Leonardo da Vinci
Boceto de la cabeza de San Felipe, realizado para La Última Cena.1495.
Leonardo da Vinci. Estudios para la Ultima Cena, 1495-97
Museo de Santa Maria delle Grazie Milán
BIBLIOGRAFÍA
Bologna, Giulia. Leonardo en Milán.- Colección Documentos de Arte. Cursa Editorial. Instituto Geográfico de Agostini.- Madrid 1982.
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